Gauchito Gil, el santo sospechoso

25 Ene

Gauchito Gil, el santo sospechoso

Escrito por Alejandro Agostinelli |Viernes Ene 9, 2009

Trailer de “El Gauchito Gil – La sangre inocente”, largometraje de Tomás Larrinaga y Ricardo Becher (2005)

“La iglesia no puede avalar actitudes maquiavélicas”, dijo el padre Pánfilo Ortega, rector emérito del Santuario de la Vírgen de Itatí, cuando le preguntaron por qué la Iglesia no aprueba la devoción popular al Gauchito Gil. Eso no es nada. El padre Guillermo Marcó, por años vocero de la Iglesia de Buenos Aires, lo puso como ejemplo de superstición. Obviamente, creer en los milagros de Ceferino Namuncurá –que por mapuche que sea, tiene mucho menos onda que El Gauchito- no es supersticioso: en el 2007, Ceferino fue beatificado por Benedicto XVI.

Antonio Mamerto Gil Núñez, en cambio, fue un gaucho rebelde, marginal y perseguido. Le robaba a los estancieros y repartía la recaudación entre los humildes. Era “el santo de los derrotados”.


Todo esto –claro- es lo que cuenta la leyenda. De su biografía hay poca información segura. No se sabe en qué año nació ni cuando murió: pudo suceder en 1848, 1870 o 1890. Parece haber una sola certeza: fue asesinado un 8 de enero. Pero fueron los milagros que le atribuyen lo que ayer celebraron 200 mil personas en Mercedes, provincia de Corrientes.

La versión más aceptada sobre su muerte fue la que lo convirtió en santo popular. Se dice que el sargento que le quitó la vida no dudó cuando El Gauchito -a quien se le adjudicaba el don de la profecía- le anticipó que su hijo estaba por morir, pero que “si invocaba su nombre ante Dios” se iba a curar. “Eso es lo que pasa -explicó Antonio Gil, que llevaba un tatuaje de San La Muerte en el pecho- cuando se derrama sangre inocente”. El policía se rió de él. Acto seguido, lo colgó cabeza abajo de un algarrobo y lo degolló. Pero el hijo del verdugo, que ciertamente estaba enfermo, se curó.
Así comenzó el culto al Gauchito Gil.


Ayer, el padre Pánfilo Ortega, dijo: “El gaucho solo es transmisor de nuestras oraciones a Dios. Por eso la Iglesia no avala su santificación. Pero acompaña de alguna manera”. El cura explicó: “Antonio Gil era un hombre que ayudó a la gente robándole plata a los ricos. Eso la Iglesia no lo puede avalar. No se puede aprobar una actitud maquiavélica de lograr un bien por medio de una mala actitud”. Para el padre Pánfilo, la Iglesia “no puede avalar” hechos delictivos. Pero puede acompañarlos. El razonamiento es coherente con una trayectoria. “De alguna manera” hay que justificar las excepciones.
Ya lo dijo el Monseñor Pío Lagui en Tucumán, el 27 de junio de 1976:“El país tiene una ideología tradicional y cuando alguien pretende imponer otro ideario diferente y extraño, la nación reacciona como un organismo con anticuerpos frente a los gérmenes, generándose así la violencia… en este caso habrá de respetarse el derecho hasta donde se pueda” (…) “Los valores cristianos están amenazados por la agresión de una ideología que es rechazada por el pueblo. Por eso cada uno tiene su cuota de responsabilidad, la Iglesia y las FF.AA.; la primera está insertada en el Proceso y acompaña a la segunda, no solamente con sus oraciones, sino con acciones en defensa y promoción de los derechos humanos y la patria.” (*)

Enlaces

El fervor popular por el Gaucho Gil reunió a más de 200.000 personas. Clarín (9/1/2009)
Según un sacerdote “quien dará la gracia es Dios, no el Gaucho Gil” (8/1/2009)
Declaraciones del padre Pánfilo Ortega (8/1/2009)
Vidas santas. Gauchito Gil. Por Jorge Palomar (2007)
Diccionario de Mitos y Leyendas – Equipo NAyA 
Ceferino Namuncurá
Una pena extraordinaria (2007). Por Sebastián Hacher
Favores recibidos. Por Sebatián Hacher. (Es también autor de las fotos que ilustran esta entrada.)
La Iglesia católica que apoyo la dictadura militar. Por Virginia Bossié

Para saber más:

Simbolos y fetiches religiosos en la construcción de la identidad popular (2005). Rubén Dri y otros.
Iglesia y Dictadura. El papel de la iglesia a la luz de sus relaciones con el régimen militar (1987). Por Emilio Mignone

(*) Este texto se publicó cinco días antes de la muerte del cardenal Pío Lagui. Lamentamos no haber podido anticipar la noticia, en cuyo caso hubiéramos descripto con más detalle su participación en el proceso militar.