Juntos y de a uno…
El Señor había dicho en Deuteronomio 6:2…
“Para que temas a Jehová tu Dios, guardando todos sus estatutos y sus mandamientos que yo te mando…”
El pueblo debía tener temor, que era el respeto reverente que Dios se merecía…
En la vida de los primeros cristianos convertidos en Hechos capítulos 2 al 4 se mostró en todo su desarrollo este sentir:
“Y sobrevino temor a toda persona; y muchas maravillas y señales eran hechas por los apóstoles” (Hechos 2:43)
Ellos creyeron, temiendo a Dios y actuaron de acuerdo a Su Voluntad…
En base a esto Dios continuó obrando entre ellos:
“Todos los que habían creído estaban juntos, y tenían en común todas las cosas, y vendían sus propiedades y sus bienes, y lo repartían a todos según la necesidad de cada uno. Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón, y alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo…” (Hechos 2:44-47)
Y en medio del resto del pueblo…
“Y el Señor añadía cada día a la iglesia a los que habían de ser salvos” (Hechos 2:47)
Ellos no vivían de ilusiones ni falsas expectativas. No creían en quimeras, sino que su fe era real, en un Cristo resucitado y sus acciones apuntaban a lo certero, o sea, las necesidades de cada uno de los participantes.
Al realizar las acciones correctas con la motivación apropiada, el resultado era sencillez de corazón, que estaba libre de celos y amarguras; y verdadera alegría, la cual les daba ánimos para continuar.
Ellos se mantenían unidos a pesar de los posibles roces que surgirían al estar juntos personas como Pedro y los hermanos «Boanerges», lo cual significa «Hijos del Trueno»
«A Jacobo, hijo de Zebedeo, y a Juan hermano de Jacobo, a quienes apellidó Boanerges,esto es Hijos del trueno» (Marcos 3:17)
Oraban juntos
“Pedro y Juan subían juntos al templo a la hora novena, la de la oración” (Hechos 3:1)
Trabajaban juntos
“Pedro, con Juan, fijando en él los ojos, le dijo: Míranos” (Hechos 3:4)
Actuaban individualmente pero con armonía
“Mas Pedro dijo: no tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy; en el nombre de Jesucristo, levántate y anda” (Hechos 3:6)
Juntos daban testimonio
“Y teniendo asidos a Pedro y a Juan el cojo que había sido sanado, todo el pueblo atónito, concurrió a ellos al pórtico que se llama de Salomón” (Hechos 3:11)
Aunque la voz que se oía era mayormente la de Pedro, ellos hablaban juntamente
“Hablando ellos al pueblo…Entonces Pedro, lleno del Espíritu Santo, les dijo:…” (Hechos 4:1,8)
Sus vidas y sus ministerios no se superponían sino que se complementaban unos a otros.
Recordemos: Una vida basada en las realidades de Dios le dará bendiciones reales a nuestra vida…
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