Vida en el Espíritu

28 Jun

El Sermón Dominical
Domingo 26 de Junio del 2011

Vida en el Espíritu
Pastor Tony Hancock

Una misionera en el país de Ecuador cuenta de su experiencia con
un par de turistas que llegaron a su casa. Ellos deseaban
explorar la selva, y venían cargados con todo el equipo que
habían encontrado en una tienda deportiva. No conocían el lugar,
ni habían estudiado los peligros de la zona. Sin embargo, lo
único que le pidieron a la misionera fue que les enseñara unas
sencillas frases para poder hablar con los indígenas.

¡Qué confianza la de estos turistas! Estaban totalmente seguros
de poder enfrentar con éxito cualquier reto que se les
presentara. No le pidieron a la misionera que los guiara, ni
siquiera que les recomendara a alguien para acompañarles. No;
¡ellos lo podían hacer solos! ¡Qué audaces! A veces la audacia
se convierte en imprudencia.

¿Será que nos presentamos ante Dios de la misma forma?
Enfrentamos peligros y decisiones que tendrán consecuencias
hasta la eternidad, pero sólo le pedimos que nos ayude con unas
pequeñas frases. Como aquellos turistas, nos sentimos totalmente
confiados de poder enfrentar cualquier reto que se nos presente.
Pero ¿no sería mejor tener con nosotros un guía, alguien que
conociera los peligros y los mejores caminos para seguir?

¡La buena noticia es que Dios nos ha dado tal Guía! Se trata de
nada menos que El mismo. Ahora nos corresponde a nosotros
prestarle atención al Guía que Dios nos ha dado. Abramos la
Biblia en Romanos 8:9-11 para aprender más acerca de El.

8:9 Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el
Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y
si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él.
8:10 Pero si Cristo está en vosotros, el cuerpo en verdad está
muerto a causa del pecado, mas el espíritu vive a causa de
la justicia.
8:11 Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a
Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a
Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales
por su Espíritu que mora en vosotros.

¿Quién es el Guía que Dios nos ha dado? Es su Espíritu, el
Espíritu Santo de Dios. La primera cosa que queda muy clara en
este pasaje es que cada persona que conoce a Cristo ha recibido
su Espíritu. No hay diferencia entre el Espíritu de Dios y el
Espíritu de Cristo. Si hemos recibido a Cristo, su Espíritu mora
en nosotros. Si el Espíritu no está en nosotros, es que no hemos
recibido a Cristo.

De hecho, es sólo por obra del Espíritu Santo que podemos
conocer a Cristo. El trae la convicción del pecado a nuestro
corazón. Nos hace ver que necesitamos un Salvador. Cuando
respondemos a esa convicción con fe en Jesús, El nos transforma,
dándonos una nueva naturaleza y una nueva identidad. Pero no es
como una hada madrina, que sólo se aparece por un rato para
tocarnos con su varita mágica y luego se va.

¡No! El Espíritu Santo viene a vivir dentro de cada persona que
se entrega a Jesús. Por medio de la fe en Jesús, el Espíritu
vive en ti. Si tú has reconocido a Jesús como el Rey y Salvador
de tu vida, el Espíritu Santo ha llegado a tu corazón con todas
sus maletas y las ha desempacado para quedarse a vivir. ¡No es
un visitante, sino un residente en tu corazón!

Hay muchas cosas maravillosas que El hace. Una de ellas es que
El nos garantiza que tenemos y tendremos vida. Mira lo que dice
el verso 10: si Cristo está en nosotros, por fe, tenemos una
garantía de vida. Es cierto que nuestro cuerpo todavía va a
morir, pero su Espíritu en nosotros garantiza que vamos a
resucitar, así como Cristo resucitó.

Si el mismo Espíritu poderoso que resucitó a Cristo de entre los
muertos está en nosotros, El también nos dará vida como lo hizo
con Jesucristo. Es la garantía de que la promesa de Dios se
cumplirá, y que un día resucitaremos.

Un hombre ve un carro que le gusta, y va a negociar un precio
con el agente de ventas. Cuando termina de negociar el precio de
venta, el agente le pregunta: ¿cuánto va a dar como depósito?
¿Por qué le pide un depósito? Porque si el comprador realmente
está serio en su intención de comprar el carro, estará dispuesto
a dar una suma de dinero para garantizar la compra. En cambio,
si no está dispuesto a dar un depósito, es que realmente no está
seguro de hacer la compra todavía.

Leamos 2 Corintios 1:21-22:

1:21 Y el que nos confirma con vosotros en Cristo, y el que nos
ungió, es Dios,
1:22 el cual también nos ha sellado, y nos ha dado las arras del
Espíritu en nuestros corazones.

La palabra que se traduce «garantía» o «arras» es una palabra
que se usaba en el comercio para referirse a un depósito o
enganche. El Espíritu Santo es el enganche que Dios nos ha dado
para garantizar que seremos resucitados, que nuestra vida no se
acabará con la muerte, y que seremos parte del nuevo mundo que
El hará.

Ahora bien, si tenemos esa garantía de vivir para siempre,
nuestro compromiso ya no es con el pecado, que produjo la muerte
en nosotros. Ahora tenemos un compromiso con la vida. El
Espíritu Santo ha venido a nuestra vida para guiarnos en los
caminos de justicia. Esto es lo que demuestra que tenemos como
destino la vida. En cambio, si seguimos viviendo bajo el poder
del pecado, demostramos que nuestro destino todavía es la
muerte. Leamos los versos 12 al 14 de Romanos 8:

8:12 Así que, hermanos, deudores somos, no a la carne, para que
vivamos conforme a la carne;
8:13 porque si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por
el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis.
8:14 Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios,
éstos son hijos de Dios.

Dios nos dice algo muy claro aquí. Si estamos viviendo todavía
bajo el poder del pecado, si obedecemos los impulsos y las
instrucciones del mundo y de nuestra carne, mostramos que
todavía estamos destinados a muerte. En cambio, si el Espíritu
Santo nos está guiando hacia una vida de más y más santidad,
esto indica que nuestro destino es la vida eterna con Dios.

Imaginemos que alguien tiene una infección. Los síntomas de esta
infección son fiebre, malestar general y dolores de cabeza. La
persona va al doctor, quien le receta un antibiótico. Después de
tomar el antibiótico por algunos días, se va la fiebre, la
persona se siente mejor y ya no le duele la cabeza. ¿Qué nos
dice esto? Nos dice que el antibiótico funcionó – los síntomas
han desaparecido.

En cambio, si después de algunos días los síntomas siguen
iguales, significa que el antibiótico no ha funcionado. Puede
ser que el doctor se equivocó de diagnóstico, que la farmacia
cometió un error o que hubo algún defecto en la pastilla. Pero
el hecho de que los síntomas continúen indica que la infección
sigue estando presente.

¿Cómo sabemos si la infección del pecado se ha curado en nuestro
corazón? Lo sabemos si nuestra vida ha cambiado. Si el Espíritu
Santo nos está guiando y está produciendo su paz, su gozo, su
amor en nosotros, esto indica que Jesucristo está curando
nuestro malestar. En cambio, si seguimos con las mismas malas
costumbres de antes, esos síntomas indican que nuestro problema
de pecado no ha sido curado. No hemos recibido a Cristo de
verdad.

Cada día Dios nos llama a decirle «sí» a su Espíritu que vive en
nosotros y que nos va guiando por sendas de justicia, para la
gloria de Dios. Quizás en algún momento experimentemos su
presencia de forma especial, pero El está presente todo el
tiempo. A nosotros nos toca decirle «sí» cuando El nos guía,
cuando nos convence, cuando nos corrige. Al hacerlo, creceremos
en la seguridad de nuestro destino celestial.

¿Y qué pasa con la persona que una vez aceptó a Cristo, pero no
está caminando con Dios? ¿Qué de la persona que aceptó a Jesús,
quizás con mucha emoción, pero ahora vive en fornicación? ¿Qué
del que regresó al vicio? ¿Qué del que simplemente ya no tiene
interés en las cosas de Dios?

Sólo Dios conoce el corazón, y no podemos juzgar a nadie. Lo que
sí podemos decir con certeza es que la persona que no está
caminando en obediencia al Espíritu no puede tener ninguna
seguridad de ser salvo.

Sólo Dios sabe si se trata de alguien que realmente fue salvo y
se alejó del camino, o si sólo parecía ser salvo. Si realmente
fue salvo, tarde o temprano volverá al camino; pero mientras
esté lejos, no puede consolarse con el pensamiento de que ya
aceptó a Jesucristo y se bautizó – porque la muestra de que su
salvación fue real es que ahora esté caminando en obediencia al
Espíritu. Los versos 13 y 14 son muy claros.

No quisiera que ninguno de nosotros sufriera con esa duda.
Seamos fieles y obedientes a Cristo, siguiendo cada día la
dirección de su Espíritu que está en nosotros. Así podremos
vivir con la plena confianza de que nuestro camino nos llevará a
la vida eterna con Dios.

En mi carro tengo un navegador electrónico. Se llama Juanita –
algunos de ustedes la conocen. La mayor parte del tiempo,
Juanita está apagada. Sólo la prendo si estoy perdido, y quiero
saber cómo llegar a mi destino deseado. El resto del tiempo, yo
mismo elijo mi rumbo.

Quizás así le tratas al Espíritu Santo. Mientras todo marche
bien, tomas tus propias decisiones. Es sólo cuando te encuentras
en problemas que dices: ¡Oh Dios! ¿Qué hago ahora? Es sólo en
ese momento que buscas su dirección.

No puedes seguir viviendo así si has llegado a conocer a Cristo.
Tienes que aprender a oír la voz del Espíritu y decirle que sí,
a dejar que El te guíe. Sólo así podrás tener la amplia
seguridad de que estás en Cristo, y que vivirás con El. Dile hoy
al Espíritu que quieres escuchar su voz en tu corazón, y que
quieres seguirle. Dile «sí» al Espíritu Santo, y no al pecado.
Así conocerás cada vez más la vida plena que Dios tiene para ti,
la vida en el Espíritu.

—————————————————————-

– ¡Visita la página web del Pastor Tony Hancock!
http://www.pastortony.net