En el día de ayer la Casa Rosada argentina, sede del gobierno nacional, se tornó más rosa que de costumbre y no porque a la presidenta Cristina Kirchner le haya agarrado la loca cuando se levantó y pidió que se intensifique el color de su fachada, algo que igualmente no sería tan descabellado conociendo las debilidades fashion que ostenta la mandataria argentina, sino que la razón por la cual se la vio más rosada que nunca tuvo que ver con las destacadas personalidades femeninas que ayer desfilaron por sus pasillos.

Casi desapercibidas pasaron cuestiones como la millonaria inversión que realizará la empresa de correos alemana DHL en el país, la reunión con el presidente del Comité Judío Americano, Richard Sidemann, en orden a analizar la tensa situación en Medio Oriente, la presentación de un pretencioso programa que pretende repatriar científicos argentinos y el pedido de renuncia a la funcionaria más polémica del gabinete, la secretaria de medio ambiente Romina Picolotti, ante la presencia de la ex rehén de las FARC Ingrid Betancourt y la diva del pop, Madonna, en Balcarce 50.

La reunión con Betancourt, por supuesto, fue de los dos, el encuentro más emotivo y más largo, durante una hora se extendió, que mantuvo Cristina Kirchner, es que como fue de público conocimiento, tanto la presidenta como oportunamente su marido Nestor Kirchner fueron dos de los dirigentes mundiales que más lucharon por la libertad de la colombiana y claro como era esperado ella vino al país para expresarle su profundo agradecimiento en persona a la presidenta de los argentinos.

En tanto, el encuentro con la cantante norteamericana Madonna, que se encuentra por estas horas en la Argentina como consecuencia de la serie de shows que estará presentando desde mañana, fue mucho más breve, pero lo suficientemente largo como para tomarse una foto con ella y con la ex rehén, quienes también se fundieron en un cálido apretón de manos, no solamente para chapear afuera con el hecho de estas dos visitas de primera línea, sino para en un futuro cuando las papas quemen más que ahora, desempolvar la vieja foto y sumar algún votito.

Foto: Clarín