GUATEMALA – El conocido evangelista Nicky Cruz, quien en los años 60 integrara la pandilla “Mau Mau”, la más violenta de EEUU, creará dos centros de rehabilitación en Guatemala con el fin de rehabilitar a diferentes pandillas.
Cruz, quien a los 15 años se mudó a Nueva York desde Puerto Rico, donde nació en 1938, visitó Guatemala esta semana con el fin de contar su historia a pandilleros del país centroamericano que el 15 de agosto se enfrentaron en las cárceles con un saldo de 36 muertos.
El ex jefe de la “Mau Mau” aseguró, en una entrevista que publica el diario “PRENSA LIBRE”, que con mano dura no se corregirá a los pandilleros, quienes lo que necesitan es apoyo para rehabilitarse.
Cruz, quien ha escrito los libros “One Holy Fire” (Un fuego sagrado), “La cruz y el puñal” y “Corre Nicky, corre”, dijo que tiene en proceso la creación de dos centros en Guatemala para rehabilitar a “mareros” y drogadictos.
El ex pandillero, quien ya ha abierto centros en más de 60 países a los que ha llevado su mensaje de paz y esperanza, manifestó que las autoridades deben tener conciencia de Dios, así como social y moral, para solucionar el problema de las “maras”.
Según Cruz, las drogas han comprado los sentimientos y voluntades de las pandillas en Guatemala, donde, según la Asociación para la Prevención del Delito, existen unos 165.000 miembros de estos grupos.
Consideró que los miembros de la Mara Salvatrucha (MS) son más bravos que los de la Mara 18 (M-18), porque ellos iniciaron los enfrentamientos en las prisiones, y relató que durante su visita a las prisiones notó que muchos estaban arrepentidos por las muertes que causaron el 15 de agosto.
Cruz dijo que los “mareros” pueden rehabilitarse cuando reciban amor y esperanza, porque eso los hará reflexionar para salir de ese mundo, como le ocurrió a él en la década de los años 50.
Comentó que el ambiente que vivió en Puerto Rico, por ser hijo de un padre satánico y una madre bruja, lo empujó a emigrar a Nueva York y a involucrarse en las pandillas, hasta que un pastor evangélico lo rehabilitó.
“Al principio lo maltraté, le pegué y lo escupí. El (el pastor) recibió los abusos y me habló sobre el amor de Dios y Cristo. Me dijo que si lo mataba y lo cortaba en mil pedazos, cada pedacito iba a gritarme que Cristo me amaba. Me dijo que yo no podía matar el amor, porque Dios es amor”.
Según Cruz, las palabras que le dijo el pastor lo desarmaron. “Yo era un animal que estaba encerrado en una celda indivisible que me tenía atado. Desde ese momento empezó mi cambio”, subrayó.
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