Las sombras de Maciel

11 May

Las sombras de Maciel

EL PAÍS / EDITORIAL

Los escándalos sexuales acosan al Vaticano desde que estalló la ola de denuncias a principios de esta década en Estados Unidos. Miles de testimonios en una decena de países han salpicado desde entonces a la Iglesia católica y, muy especialmente, a su jerarquía, que calló, ocultó y protegió a los pederastas hasta que se ha visto obligada a rendirse a la evidencia. En este contexto, Benedicto XVI publicó el pasado 1 de mayo una dura nota contra el fundador de los Legionarios de Cristo y su ala laica, Regnum Christi, el sacerdote mexicano Marcial Maciel, fallecido hace dos años. En dicha nota, el Papa calificaba al pederasta y polígamo Maciel de delincuente, le achacaba «una vida carente de escrúpulos y de sentimiento religioso», anunciaba la degradación de la congregación y la determinación de tomar las riendas de la misma.

El Vaticano hizo oídos sordos durante muchos años al caso Maciel, cuya congregación está asentada en varios países, especialmente en México y España, con seminarios, colegios y universidades. Ahora, las sombras de Maciel son alargadas y tocan el corazón de Roma, que se dispuso a beatificar de urgencia a Juan Pablo II inmediatamente después de su muerte. A la luz de la dimensión de los escándalos y del sospechoso silencio del anterior papado, uno de los más estrechos colaboradores del Papa polaco, el cardenal Sodano, se ha preguntado públicamente la semana pasada si es pertinente mantener la vía de urgencia de ese proceso de beatificación.

Sea por convicción, sea por estrategia defensiva, lo cierto es que el papa Ratzinger parece decidido a extirpar el cáncer extendido durante décadas en las instituciones eclesiásticas. Pero también es cierto que lo hace con una lentitud que puede resultar exasperante; especialmente a las víctimas. Hace más de 10 años que la opinión pública y el Vaticano conocen los crímenes de Marcial Maciel. Los escándalos en sus centros siguen aflorando, como el de la congregación femenina mexicana en que 900 seglares vivían esclavizadas y sujetas al voto de silencio que Maciel imponía con el aval de Roma. A la vista de la gravedad de los hechos que se conocen y que descubren con mayor detalle los investigadores-visitadores del Papa desde hace 10 meses, resulta también difícil entender que el Vaticano no haya optado por disolver la congregación en vez de simplemente degradarla.

Una respuesta to “Las sombras de Maciel”

  1. Ricardo Paulo Javier 12 May 2010 a 3:35 AM #

    ENTREVISTA CON EL EXMIEMBRO DE LOS LEGIONARIOS DE CRISTO
    Patricio Cerda: «En la Legión de Cristo te lavan el cerebro. Es como una secta»

    Excura Patricio Cerda, ante la puerta de la catedral de Sevilla, el viernes pasado. Foto: XAVIER AMADO
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    SEVILLA
    Patricio Cerda es un excura con una causa. Legionario de Cristo durante dos décadas, hasta que se hartó en el 2000 porque sus denuncias internas por los abusos en la orden caían en saco roto, Cerda, chileno de nacimiento y sevillano de adopción, documenta ahora los delitos del cuestionado movimiento fundado por el notorio pederasta Marcial Maciel y recientemente intervenido por el Vaticano.

    –¿Qué fue lo primero que vio?
    –En el 91 yo estaba en el seminario de la Legión en Ontaneda (Cantabria). Allí había 140 niños. Una madrugada vino un chico a mi cuarto. ‘¿Puedo hablar con usted?’, me dijo. ‘Es urgente. ¿Le puedo decir un taco? Yo no sabía que en Ontaneda había maricones. Baje al segundo piso y verá que hay un padre en el cuarto de baño con Fulanito’. Bajé y vi que era cierto. Mi primera reacción fue pensar que ese hombre, el abusador, era mi superior y yo no podía hacer nada contra él.

    –Pero sí lo hizo.
    –Al día siguiente, me confesé ante un cura. Le pregunté qué podía hacer y me dijo que llamase al director territorial para que tomara medidas. ‘Pero llámalo desde una cabina’, me dijo. Los teléfonos estaban pinchados. Se lo conté al superior y me dijo que no me preocupara. No ocurrió nada. Después me fui enterando de más casos de abusos. Los niños me lo empezaron a contar.

    –¿Intentaron abusar de usted?
    –No. Yo entré con 18 años y, que yo recuerde, nunca lo intentaron.

    –Tardó mucho en dejar la orden.
    –¡Pero es que en la Legión te lavan el cerebro! Es como una secta. Acabas no planteándote nada. Y a nosotros se nos vendió que tras las denuncias contra Maciel estaban los comunistas, los jesuitas, los masones, los judíos… Y nunca podías cuestionar: Maciel era incuestionable.

    –Ponga algún ejemplo.
    –Mire, yo estuve 10 años en Roma. La Legión estaba construyendo allí una capilla. La tenían casi terminada, con capacidad para unas 400 personas. A Maciel no le gustó algo, una cosa menor, y tuvieron que derribarla y volverla a hacer. Pero no porque él lo mandara, sino solo porque hizo un comentario casual.

    –Suena a historia estalinista.
    –Otro ejemplo. Maciel está en el comedor con nosotros y le dice al superior, Álvaro Corcuera: ‘Mire, padre Álvaro, el césped de fuera no está del todo bien. A ver si lo arreglan un poco’. Y en ese mismo momento, Corcuera hace dos cosas: ordenar que levanten todo el césped y llamar a una empresa para que le traigan y planten nuevos rollos de hierba, de modo que cuando Maciel saliese de la comida viera que su orden se había ejecutado inmediatamente. Imagínese el prestigio que ganaba el superior que hacía algo así.

    –Usted dice que le abrían la correspondencia.
    –A mí y a todos. Mis padres se separaron en 1990 y yo no lo supe hasta el 98. Me lo contaron por carta, pero alguien en la Legión leyó esa carta y la rompió porque consideró que yo no debía saberlo. La separación de mis padres hizo que uno de mis hermanos, muy dependiente de mi madre, se suicidase porque ella dejó Chile y se fue a vivir a Argentina. Mi hermano se suicidó en noviembre del 90. ¿Sabe cuándo me enteré? También en el 98. A mí me dijeron que se había muerto, pero, claro, no es lo mismo. Lo supe cuando me ordené cura. Mi madre viajó a Roma y me lo contó.

    –¿Y hasta entonces no había hablado con ella?
    –Nos comunicábamos por carta. No podíamos llamar a nuestras familias. Y las familias, cuando te llamaban, no te encontraban. Siempre les decían que no estabas. Al final optaban por la carta. Y todas las cartas te llegaban abiertas. Había una persona encargada de leerlas. Y si no le gustaba lo que leía, las tiraba a la basura.

    –De todo esto le habló a Joseph Ratzinger.
    –Fue en el 2002, antes de que fuese Papa, cuando era prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Ya me había salido de la Legión y estaba preparando un dosier con los casos de abusos. Viajé a Roma y pedí una entrevista con el cardenal chileno Jorge Medina Estévez. Le expliqué lo que yo estaba viendo. Me dijo que al día siguiente me iba a recibir el cardenal Ratzinger. Y lo hizo: me escuchó durante media hora y me dijo que él se iba a hacer cargo. A los seis meses nombró al primer visitador para investigar los abusos. Benedicto XVI ha sido valiente.

    –Explique en qué consisten los llamados votos privados.
    –Consisten, por un lado, en la obligación de no criticar jamás a ningún superior y avisar si alguno de los otros religiosos ha quebrantado este compromiso. Segunda parte: no desear cargos en la congregación y avisar si sé de alguien que está postulándose como superior.

    –Eso es consagrar el espionaje, ¿no?
    –Tal cual. Yo venía de una dictadura como fue la de Augusto Pinochet en Chile, donde había una policía secreta, la CNI [sucesora de la Dina]. Era muy similar. Pero nosotros siempre lo sublimábamos con la fe. ‘Es algo que Dios nos pide’, nos decíamos.

    –¿Qué le parece el apelativo que recibe la orden, los Millonarios de Cristo, por el dinero que mueve y por su cercanía a las clases poderosas?
    –Que es verdad. A mí en la Legión no me faltaba de nada. Solo tenía que rellenar una fichita y pedir una camisa o unos zapatos. Es una vida irreal y luego no estás preparado para la de verdad. Tanto es así que cuando salí no sabía ni cómo utilizar una tarjeta de crédito en un cajero.
    http://www.elperiodico.com/default.asp?idpublicacio_PK=46&idioma=CAS&idnoticia_PK=712559&idseccio_PK=1021

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