Es una bendición obedecer.
27 de octubre
«Serás bendito en la ciudad y en el campo.» Deuteronomio 28:3
Hace unos meses padecimos en la Argentina un serio conflicto entre el campo y el Gobierno. Cada uno defendía sus intereses y se sentía perjudicado por los reclamos del otro. El dialogo se había cortado,
hubo fricción entre los sectores, paros, cortes de ruta y desabastecimiento de productos agropecuarios. Decir campo en el gobierno era mala palabra y decir gobierno en el campo también.
El antagonismo era tal que ninguno aceptaba que el otro estuviera bien a costa de su perjuicio personal. Finalmente el conflicto se solucionó, en parte y las aguas se calmaron. Sin embargo, no había bendición para el hombre común. Los que comprábamos la comida en el supermercado, los que transitábamos por las rutas argentinas que estaban cortadas, los que trabajábamos cerca de los centros de reunión para cada acto político, padecíamos el conflicto. No era una bendición para nosotros. Era un castigo.
Mientras pasaba esto, me sorprendí de leer este texto. Dios le había prometido a su pueblo Israel darle bendición. Y Dios no discrimina, tiene la grandiosa generosidad para bendecir a todos. Dios te bendice en el campo y te bendice en la ciudad, Dios te bendice en tu casa y te bendice en tu trabajo. El amor y la bendición de Dios no tienen fronteras, pueden llegar a todos lados.
Esa fue la promesa que les hizo a su pueblo, pero les puso una única condición: Si obedecían lo que Dios les pedía con los mandamientos, iban a ser bendecido. No había letras chicas en el contrato, ni cláusulas oscuras. Dios siempre fue, es y será bien claro y concreto. Y le prometió al pueblo de Israel bendición a cambio de obediencia.
Hoy Dios sigue siendo generoso y sigue bendiciendo. Con su Gracia manifestada a través de la Cruz de Jesucristo, su amor se mostró en su total dimensión, y su generosidad también. Pero hay cosas que
Dios no cambia. Él sigue deseando bendecir tu vida y colmarte de favores, quiere bendecirte en el campo y en la ciudad, quiere darte una vida abundante, feliz y satisfecha. Pero sigue exigiendo la condición de la obediencia para entregar tantos favores.
Hoy tenés que elegir como vivir. La obediencia a Dios abre las ventanas de los cielos y te genera la bendición de Dios para tu vida. Cualquier otra alternativa, te produce todo lo contrario.
REFLEXIÓN – Es una bendición obedecer.
Un gran abrazo y bendiciones
Dany
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