REGIÓN MURCIA
El caso es que estos dos ex novios, naturales de Beniel, pasaron del amor a los banquillos de los juzgados en sólo un paso. El que dio ella, que decidió demandar a su ex novio José por «incumplimiento sin causa de promesa cierta de matrimonio», por el que le reclama 20.454 euros de los gastos que Josefa ha tenido que desembolsar por diferentes conceptos relacionados con el futuro matrimonio que iba a contraer con José, según consta en la demanda interpuesta por Josefa, a la que ha tenido acceso este periódico.
Josefa, según consta en la demanda, abonó 2.719 euros por los electrodomésticos, 2.838 por el menaje de la vivienda, 10.000 euros por los muebles, 2.296 por las cortinas y casi 2.000 por la iluminación del futuro domicilio conyugal. Sin embargo, todos estos enseres se colocaron en el piso de José y, tras la cancelación de la boda, allí permanecen. Además, según la demanda, el padre del novio instó a Josefa a vaciar el piso en el que se alojaba, ya que era de su propiedad.
Intentos de acuerdo fallidos
Tras varios intentos fallidos de llegar a un acuerdo, ayer se celebró el juicio en el juzgado de Primera Instancia de Murcia, donde José y Josefa ni se dirigieron la palabra. Pese a que la juez prohibió la entrada a los medios de comunicación a esta audiencia pública argumentando que se trataba «de la intimidad de dos personas», La Verdad pudo hablar con los dos implicados tras la celebración de la vista. José, quien llevaba como defensor al abogado Fermín Guerrero Faura, aseguró que estaba «de cine» y que Josefa puede pasar a recoger todas esas cosas que reclama «cuando quiera». «Salgo satisfecho -añadió-, porque el juicio ha ido como tenía que ir. No tengo nada en su contra, ella es la que ha demandado porque me quiere sacar el dinero».
Josefa, por su parte, dijo a la salida de los juzgados que su ex novio y los testigos de la parte del demandado «han dicho muchas mentiras», aunque acabó el juicio «contenta». Ambos se mostraron esquivos con la prensa y no quisieron hacer más declaraciones.
El que sí habló sin tapujos fue Manuel Amatriain, el sacerdote de Beniel que les iba a casar y que ayer acudió a la vista por orden del juez para aportar el certificado eclesiástico que demuestra esas intenciones de matrimonio. «Les veía una pareja enamorada, ilusionada… como cualquier pareja de novios que decide casarse. Lo que pasó no lo sé. Son cosas de la vida y del amor, pero no tendrían que haber llegado hasta aquí. Los enamorados muchas veces pierden la razón. Lo que está claro es que no aprendieron mucho de los cursillos prematrimoniales que impartimos en la parroquia». De todas maneras, el propio párroco matiza que, pese a que les conoció en los cursillos, «muchos de los novios van a estos cursos para cubrir el expediente, y yo no soy no psicólogo ni juez para profundizar más en ellos. No sé lo que pudo pasar, pero está claro que no acabó bien».
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