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Constantes en la oración…

25 Ago

Constantes en la oración…

En numerosas ocasiones escuchamos la historia de personas que oran al Señor durante muchísimo tiempo por los mismos motivos, intercediendo ante el Trono de la Gracia. Tienen dedicación y constancia para presentar ante Dios peticiones por personas o necesidades. No se cansan, no se frustran, no se detienen.

Conozco algunas de ellas. Mi madre es una mujer que ora. Mis recuerdos de mi más tierna infancia me la presentan de rodillas, cada noche, orando en su lengua materna. Y año tras año me ha asegurado que ora por mi, por mi familia, por hermanos de su iglesia y de otros lugares. Siempre comparte pedidos de oración por aquellos que sabe que tienen una necesidad. También he oído a personas agradeciéndole debido a que esas oraciones fueron respondidas, y ellos bendecidos.

Más allá del valor inmenso que tiene este hecho, hay Alguien que intercede por nosotros ante el Padre.

En Juan 17 vemos al Señor Jesucristo orando por sus discípulos, pidiendo por aquellos que lo acompañaban en su ministerio en este mundo:

“Estas cosas habló Jesús, y levantando los ojos al cielo, dijo: Padre, la hora ha llegado; glorifica a tu Hijo, para que también tu Hijo te glorifique a ti… He manifestado tu nombre a los hombres que del mundo me diste: tuyos eran, y me los diste, y han guardado tu palabra… Yo ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por los que me diste; porque tuyos son, y todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío… Y ya no estoy en el mundo; mas éstos están en el mundo, y yo voy a ti. Padre santo, a los que me has dado, guárdalos en tu nombre, para que sean uno, así como nosotros. Cuando estaba con ellos en el mundo yo los guardaba en tu nombre; a los que me diste, yo los guardé… no ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal… mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos… Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy, también ellos estén conmigo… y les he dado a conocer tu nombre, y lo daré a conocer aún para que el amor con que me has amado, esté en ellos, y yo en ellos” (Juan 17:1-26)
Luego de su partida, podemos estar seguros que sigue intercediendo por los suyos:

“Y los otros sacerdotes llegaron a ser muchos, debido a que por la muerte no podían continuar; mas éste, por cuanto permanece para siempre, tiene un sacerdocio inmutable; por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos” (Hebreos 7:25)
¿Oramos por los que nos rodean o nos acompañan en las tareas que realizamos? ¿Intercedemos ante el Padre por sus vidas, sus familias, su desempeño?

La Biblia nos dice:

“… constantes en la oración” (Romanos 12:12)
“Perseverad en la oración, velando en ella con acción de gracias, orando también al mismo tiempo por nosotros…” (Colosenses 4:2-3)
“…La oración eficaz del justo puede mucho” (Santiago 5:16)
Recordemos: Podemos marcar grandes diferencias en las vidas de quienes nos rodean orando por ellos…

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¿Indecisiones? … ¡Responsabilidades!

25 Ago

¿Indecisiones? … ¡Responsabilidades!

El Diccionario define “indeciso” como “irresoluto, dudoso” y “fluctuar” como “vacilar, ser llevado por las olas”

Algunas personas no logran decidirse entre una cosa y otra. Dudan y pueden tomar decisiones erradas. Sin embargo, una decisión errada puede corregirse y una duda puede resolverse con mayor información… pero una vez tomada la decisión y llevada a cabo, no hay retroceso sin consecuencias…

En el Evangelio de Juan se nos relata la forma en que Pilato, autoridad a cargo del juicio realizado a Jesús, tomó sus decisiones.

En primer lugar hizo preguntas:

“Entonces salió Pilato a ellos, y les dijo: ¿Qué acusación traéis contra este hombre?” (Juan 18:29)
Luego trató de deshacerse del “problema”:

“Entonces les dijo Pilato: Tomadle vosotros y juzgadle según vuestra ley. Y los judíos dijeron: a nosotros no nos está permitido dar muerte a nadie” (Juan 18:31)
Finalmente en medio de muchas fluctuaciones, tomó una decisión, completamente influenciada por los deseos y la presión del pueblo:

“Entonces Pilato volvió a entrar en el pretorio… salió otra vez a los judíos y les dijo: Yo no hallo en él ningún delito. Pero vosotros tenéis la costumbre de que os suelte uno en la pascua. ¿Queréis, pues, que os suelte al rey de los judíos? Entonces todos dieron voces de nuevo, diciendo: No a éste, sino a Barrabás… Así que entonces tomó Pilato a Jesús, y le azotó… Entonces Pilato salió otra vez, y les dijo: Mirad, os lo traigo fuera, para que entendáis que ningún delito hallo en él… Cuando le vieron los principales sacerdotes y los alguaciles, dieron voces, diciendo: ¡Crucifícale!… Pilato les dijo: Tomadlo vosotros, y crucificadle; porque yo no hallo delito en él. Los judíos le respondieron: Nosotros tenemos una ley, y según nuestra ley debe morir, porque se hizo a sí mismo Hijo de Dios. Cuando Pilato oyó decir esto, tuvo más miedo. Y entró otra vez en el pretorio… procuraba Pilato soltarle, pero los judíos daban voces… Entonces Pilato… llevó fuera a Jesús… Entonces dijo a los judíos: ¡He aquí vuestro Rey! Pero ellos gritaron ¡Fuera, fuera, crucifícale!… Así que entonces lo entregó a ellos para que fuese crucificado…” (Juan 18:33-19:16)
En estos hechos hay una verdad insoslayable…

“Entonces le dijo Pilato: ¿A mí no me hablas? ¿No sabes que tengo autoridad para crucificarte, y que tengo autoridad para soltarte? Respondió Jesús: Ninguna autoridad tendrías contra mí, si no te fuese dada de arriba…” (Juan 19:10-11)
TODO lo que estaba ocurriendo ERA la Voluntad de Dios…

Pero el Señor también dice otra verdad que no debemos descuidar:

“… el que a ti me ha entregado, mayor pecado tiene” (Juan 19:11)
Debemos tomar conciencia de esto: más allá de ser alguna cosa la Voluntad de Dios, nosotros podemos ser instrumentos útiles en Sus manos o elementos de tropiezo para otros…

“No damos a nadie ninguna ocasión de tropiezo, para que nuestro ministerio no sea vituperado” (2 Corintios 6:3)
“No destruyas la obra de Dios por causa de la comida. Todas las cosas a la verdad son limpias; pero es malo que el hombre haga tropezar a otros con lo que come. Bueno es no comer carne, ni beber vino, ni nada en que tu hermano tropiece, o se ofenda, o se debilite” (Romanos 14:20-21)
“El que ama a su hermano permanece en la luz, y en él no hay tropiezo” (1 Juan 2:10)
Recordemos: La decisión que tomemos es nuestra… y la responsabilidad de la consecuencia que acarrea, también lo es…

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