Confianza absoluta…

10 Ene

DIA 10 – Confianza absoluta…


¿Alguna vez confió “a ciegas” en alguna persona? ¿Cuál fue el resultado de ello?… Con toda certeza, puedo decir que de una manera u otra, esa persona lo defraudó. Quizás no a sabiendas o concientemente, pero en alguna medida, menor o mayor, debe haber defraudado las expectativas sin límites que depositó en ella.

Es posible que  esta afirmación le parezca extrema y le resulte de alguna manera dolorosa u ofensiva. Pero tiene una base, que leemos en Santiago 3:2…

“Porque todos ofendemos muchas veces. Si alguno no ofende en palabra, éste es varón perfecto, capaz también de refrenar todo el cuerpo”

Si pudiéramos refrenar nuestras palabras para no ofender, también lo haríamos con nuestras mentes para no pensar mal de otros, con nuestras acciones para no dañarlos, y así con todo lo demás en que podamos pensar.

Abram era un hombre obediente a Dios, pero había ofendido y defraudado también…

A su esposa, en por lo menos dos ocasiones que conocemos, y con ello a todos los demás que fueron afectados por su conducta (Génesis 12:10-13; 20:2-5)

A su propio hijo, cuando lo dejó a merced de los celos de Sara (Génesis 16:3-6)

Sin embargo, a pesar de los  momentos espectaculares que experimentó a lo largo de muchísimos años junto a Dios, momentos de valentía, de entrega, de fe, de dependencia mientras peregrinaba y esperaba en las promesas de Dios… con todo aún no había llegado el momento culminante de su vida, cuando todo absolutamente todo, fue puesto a prueba y solo quedaba creer…

“Aconteció después de estas cosas, que probó Dios  a Abraham, y le dijo: Abraham. Y él respondió: Heme aquí. Y dijo: Toma ahora tu hijo, tu único Isaac, a quien amas, y vete a tierra de Moriah, y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te diré. Y Abraham se levantó muy de mañana, y enalbardó su asno y tomó consigo dos siervos suyos, y a Isaac su hijo; y cortó leña para el holocausto, y se levantó y fue al lugar que Dios le dijo. Al tercer día alzó Abraham sus ojos, y vio el lugar de lejos. Entonces dijo Abraham a sus siervos: Esperad aquí con el asno, y yo y el muchacho iremos allí y adoraremos, y volveremos a vosotros. Y tomó  Abraham la leña del holocausto, y la puso sobre Isaac su hijo; y él tomó en su mano el fuego y el cuchillo; y fueron ambos juntos” (Génesis  22:1-6)

Hasta aquí podríamos “entender” la situación… Pero al leer la pregunta del joven Isaac, todo nuestro ser sufre una tremenda sacudida…

“Entonces hablo Isaac a Abraham su padre, y dijo: Padre mío. Y él respondió: Heme aquí, mi hijo. Y él dijo: He aquí el fuego y la leña; mas ¿dónde está el cordero para el holocausto?” (Génesis 22:7)

¿Qué responderle?… Si bien es un joven muchacho, es racional, entiende y decide también…

Abraham responde, en una declaración de fe sin precedentes:

“Y respondió  Abraham: Dios se proveerá de cordero para el holocausto, hijo mío. E iban juntos” (Génesis 22:8)

Fe a ciegas… No hay frase adecuada para describirla… Solo un hombre que cuando decidió seguir al Dios que lo llamó, lo hizo con todo su ser (Génesis 12). Solo un hombre que a través de las caídas sufridas y los errores cometidos (Génesis 12-21) también entendió la profundidad, la altura, la amplitud del Amor  y del Control de Dios sobre su vida. Solo un hombre que sabía, con  todo el entendimiento a su alcance “que Dios se proveería”

Y aún más impactante, había sabido transmitir esta fe  a su joven hijo, ya que Isaac no huyó, sino que dice que siguieron yendo  “juntos”

Dios  no es humano, para que nos defraude. Dios es Dios, y solo nos queda rendir todas nuestras esperanzas y expectativas de vida  ante esa evidencia.

Recordemos: Podemos decir a ciegas de nuestro futuro “Dios se proveerá” basándonos en nuestro pasado con El…

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